DEL PRESIDENTE(A) Y EL DIRECTOR(A) EJECUTIVO(A) DE UNA ONG: GOBERNABILIDAD, RELACIONES Y COMPETENCIAS PARA EL EJERCICIO DE UN LIDERAZGO COMPARTIDO
Luis Julián Salas Rodas
Sociólogo
Especialista y Magister en Ciencias Sociales
Magister en Ciencias de la Educación
Director Ejecutivo de la Fundación Bien Humano
Una ONG no es un movimiento social, una red o un comité informal de voluntarios. En cuanto organización formal que pretende permanecer en el tiempo cumpliendo una misión social, una ONG es un equipo de personas que establecen relaciones de trabajo y comparten responsabilidades de acuerdo a una determinada estructura jerárquica.
Las ONG son creación humana, están conformadas por personas, independiente de su tamaño, son un sistema complejo de estructura de relaciones y dinámicas necesarias entre las partes y el todo para el logro de los objetivos. El poder, el conflicto, la autoridad, la gobernabilidad son inherentes a toda organización ya sea estatal, empresarial o social. ¿Cuál es la línea de mando? ¿Quiénes y cómo se ejerce el poder y la autoridad? ¿Hay jefes(as)-líderes o solo jefes(as)? ¿Qué conflictos se presentan y como se afrontan? ¿De qué tipo es la gobernabilidad: autoritaria o democrática? Estos son temas cruciales a la hora de analizar la estructura y el funcionamiento de una ONG.
En toda organización, formal o informal, deben definirse sus estamentos y las personas que ejercerán el poder, tomaran decisiones y asumirán responsabilidades. La gobernabilidad de la organización depende de qué tanta legalidad y legitimidad detenten los directivos. La gobernabilidad sea ésta autoritaria o democrática, es un asunto que permea toda la organización facilitando o dificultando el ejercicio del poder.
En general, la estructura organizacional de una ONG la conforma una asamblea de socios(as), de carácter voluntario y no remunerado, que es la máxima autoridad; una junta directiva elegida por la asamblea para un período dado, un director(a) ejecutivo(a) de libre nombramiento y remoción por parte de la junta, y un equipo de profesionales y empleados que realizan las actividades sociales y administrativas correlativas a la misión organizacional.
La designación y el desempeño del presidente(a) de la junta directiva y del director(a) ejecutivo(a) es de suma importancia y trascendencia para cualquier ONG en cuanto tiene que ver con la gobernabilidad. Los estatutos y los reglamentos definen las funciones y los roles de ambos. No hay duda que unos estatutos y reglamentos claros y bien redactados facilitan el trabajo y las debidas competencias pero no son suficientes para garantizar la armonía y el entendimiento entre ellos(as), los cuales deben asumir un liderazgo compartido para la buena marcha de la organización. De mi vivencia y experiencia profesional como director ejecutivo y presidente de juntas directivas de ONG, resumo las siguientes reflexiones al respecto:
- Mutuo respeto: El respeto es aquella actitud de consideración, acatamiento, cortesía y deferencia que sentimos por otras personas en atención a su edad, conocimientos, méritos o autoridad. La ausencia de respeto lleva a la descalificación, a los prejuicios, a la expresión de opiniones ofensivas, a la burla y a la subvaloración entre las partes. El muto respeto entre el presidente(a) y el director(a) ejecutivo(a) debe darse tanto en el plano de las competencias estatutarias, de los roles y funciones como en el trato de lo personal. Sin mutuo respeto no es posible el mantenimiento de una relación y mucho menos el ejercicio de un liderazgo compartido.
- Mutua confianza: La confianza entendida como aquella seguridad que uno tiene en sí mismo, en el otro y en los demás. Se afirma que la confianza es el “pegamento” de las relaciones humanas. Cuando esta se pierde y se instala la desconfianza, las relaciones se deterioran, se acaban. Si no hay genuina confianza entre el presidente(a) y el director ejecutivo(a) la relación se resiente, el respeto se resquebraja y la comunicación se hace difícil.
- Mutua y fluida comunicación: Comunicar es el acto de expresar, de manera gestual, corporal , verbal o escrita, pensamientos, sentimientos y emociones. Comunicar implica hacer partícipe al otro de una conversación. Una organización es un entramado permanente de comunicaciones, provenientes de las actividades que las relaciones personales y laborales generan día a día. Siempre hay temas y asuntos de que hablar entre el presidente(a) y el director(a). Si no hay mutuo respeto y confianza entre ambos no es posible una libre y fluida comunicación entre ellos(as). Deben establecer modos, circunstancias y canales oportunos para comunicarse. La videoconferencia, el chat, el correo electrónico, el celular son medios disponibles que se suman al tradicional teléfono fijo. Presidente(a) y director(a) deben reunirse previo a la sesión mensual de junta para establecer la agenda y la forma como se trataran los temas. La presencia y conducción de la junta por parte del presidente es indelegable. Su ausencia reiterada no es conveniente. Se requiere de una abierta disponibilidad entre las partes para que fluya la escucha activa. La incomunicación o la mala comunicación no es sólo del resorte de las relaciones entre ellos(as), es un aspecto que afecta a toda la organización y en especial al funcionamiento de la junta directiva.
- Sinceridad, empatía, transparencia y lealtad: Ser sincero es actuar y expresarse de acuerdo a lo que uno piensa, siente o cree. De la empatía dice el diccionario de la Real Academia Española es: “la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. La transparencia es aquella cualidad que permite ver el interior de una persona u objeto. La lealtad es el valor que alude a la incapacidad de una persona para traicionar o engañar a otra. La relación entre el presidente(a) y el director(a), como toda relación humana, debe fundamentarse en dichos valores. Cuando las partes acuden a la mentira, al engaño, el fingimiento y la ocultación, se afectan la confianza y el respeto y la comunicación; y ya no es posible la “química” de la empatía, el entendimiento y la armonía. Se abona el campo para la intriga, la división y el enrarecimiento del clima organizacional de la junta directiva. Las consecuencias son, pues, nefastas…
- Compartir el direccionamiento y el plan estratégico de la organización: El diseño, construcción, ejecución, monitoreo, seguimiento y evaluación del direccionamiento estratégico es una tarea que agrupa los esfuerzos e interés de los estamentos de la organización. El presidente(a) y el director(a) ejecutivo(a) son los líderes naturales de dicho proceso, el cual una vez concertado y decidido, deben ser acatados por todos. El mantenimiento de intereses divergentes origina conflictos y desacuerdos que se reflejan tanto en la junta directiva como en el equipo operativo. Si no se comparten una misma identidad y sentido de pertenencia a la organización se originan fisuras en el ejercicio del liderazgo compartido.
- Acertada designación de los directivos(as): Entre las decisiones importantes que debe tomar una junta directiva está la de elegir as personas que han de desempeñarse como presidente(a) de la junta y como director(a) ejecutivo(a) de la organización. No siempre se tienen criterios definidos para la elección que consulten los requerimientos de la organización en cuanto a su ciclo vital, los objetivos del plan estratégico, las relaciones interinstitucionales y la cultura organizacional. En muchas ocasiones la elección es producto del amiguismo, de la coyuntura, de la disponibilidad o de intereses particulares. Cuando así se procede se corre el riesgo de una decisión equivocada por parte de los miembros de la junta cuyas consecuencias son, entre otras, la exacerbación de conflictos, el extravío de la organización, la perdida de liderazgo, la destitución del directivo o la confusión del equipo operativo. Si hay equivocación en la designación de directivos, más temprano que tarde, es menester corregir el rumbo, so pena de afrontar diversos y graves problemas en la organización. Existen, como no, otros factores a considerar en la elección de directivos como: la edad, el género, el nivel educativo, el estrato socioeconómico, los conocimientos, habilidades, las competencias laborales y las referencias personales. No obstante, presidente(a) y director(a) pueden pensar distinto, manifestar puntos de vista no coincidentes; tampoco es imperativo que deba darse una estrecha amistad que diluya los límites de lo personal y lo institucional. Lo importante es como resuelven las diferencias, teniendo siempre en cuenta, el interés general de la organización sobre los particulares. En estos casos importan tanto lo que se dice como la forma en que se dice. Si las diferencias de opinión devienen en desacuerdos permanentes, uno de los dos debe irse…
Pesa y mucho, si todavía viven los fundadores(as) y si ellos ejercen cargos directivos. Hay razones objetivas de desempeño y subjetivas de personalidad que deben ser sopesadas por igual al momento de una elección acertada, las cuales son responsabilidad absoluta de los miembros de la junta directiva. No obstante, el contar con una adecuada designación de directivos(as) y un buen desempeño de ellos(as) no quiere decir que el resto de miembros de junta se crucen de brazos y se conviertan en espectadores pasivos. No. El liderazgo compartido y el ejemplo de los directivos(as) deben animar la participación de los demás miembros en todos los asuntos que competen a una junta directiva, incluyendo el estar preparados en su sustitución, empalme o relevo generacional.
El presidente(a) tiene la responsabilidad de pensar y actuar como líder de la junta directiva y ser reconocido como tal; el director(a), a su vez, debe ejercer como líder de su equipo de profesionales y empleados y reconocido como tal. En principio, se parte de que la junta gobierna y la dirección gerencia pero la realidad, en muchas ONG, es que se cogobierna y coadministra al mismo tiempo; es decir, que las funciones no están claramente delimitadas y que ambos estamentos las comparten. En estos casos, tanto el presidente(a) como el director(a) están expuestos a presentar conflictos y desacuerdos. Ante tal situación cobran mayor importancia, para mitigar los riesgos, la valoración y práctica del mutuo respeto, la mutua confianza y la mutua y fluida comunicación entre ellos(as).
Independiente del modelo de gestión (no hay un único y mejor modelo, cada ONG construye el que estima más conveniente) es deseable que los directivos(as) principales: el presidente de la junta y el director(a) piensen, actúen y sean vistos por el resto de socios, empleados y grupo de involucrados como un dúo dinámico que conduce, anima y posiciona la organización en todos los niveles e instancias. A ello se contrapone un presidente(a) autoritario o protocolario con un director(a) sumiso o usurpador. El liderazgo no es como a veces se cree: una cualidad personal, es también una cualidad grupal, colectiva. El liderazgo es esa fuerza interna que nos motiva e impulsa a actuar más allá de lo rutinario, de lo normativo, de lo contractual. Cuando las organizaciones carecen de líderes se estancan, no innovan, no aportan al cambio; se ve afectada en su gobernabilidad. El liderazgo compartido que proponemos es la unión y alternancia de voluntades, propósitos y esfuerzos que hacen posible a las ONG incidir en el desarrollo del un país con más oportunidades y con mejores personas, grupos, familias y comunidades.
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